Cap. 3 Encuentro inesperado
No sé cómo ocurrió, ni que pasó, pero después de que encontré la pulsera y llorará mucho en ese bosque sin saber el por qué esa pulsera era tan importante para mí, me encontraba tapada con una manta a los pies un árbol totalmente distinto al que había visto en la mañana, después de que volviera en sí me percate que era el mismo árbol que estaba entrelazado con un beso.
Voltee hacia la manta que me cubría, parecía ser muy extraña, pero a la vez se veía muy familiar y no sé porque pero de la nada desapareció, fue entonces cuando escuché una voz que se encontraba justo detrás de mí, volteé la mirada con miedo, pero después me percate de que era la luz e intentaba decirme algo.
-Vaya al fin despiertas, tuve que pasar una larga tarde manteniéndote a salvo.
-¿Por qué suenas tan molesto y sarcástico? Acaso, ...¿tú...eras la manta?
-¡Claro! Se que no te acuerdas...pero es uno de mis grandes talentos.
-Ajá, ... Espera puedo hacerte una pregunta.
-Sí claro, pero que sea rápido porque...mmm... olvídalo dime.
-Esta bien- Eso fue demasiado extraño y sonó muy arrogante- ¿De casualidad sabes dónde está la carta?
-Sí, la dejaste en tu bolso.
-Gracias.
Abrí la bolsa y busque la carta con miedo de no encontrarla, por suerte la encontre y al momento de sacarla salió acompañada de la primer carta, las sostuve en mis manos pensando si era lo más correcto abrirla, pero algo en mi interior empezó a crujir demasiado fuerte, lo suficiente para desviar mi atnción de las cartas.
-Luz dónde podemos comer algo,... luz, vaya creo que se fue...otra vez.
No sé porque pero ya no me sorprendió que lo hiciera, en vez de preocuparme empecé a recoger mi bolsa, pero en vez de guardar la pulsera me volví a sentar y la coloque en el tobillo izquierdo. Después de ponérmela me di cuenta que por alguna razón quedaba perfectamente bien en ese lugar, durante el tiempo en que la observe tuve la sensación de que había recorrido un largo camino conmigo.
- Se ve bien ahí, encaja a la perfección, ahora...¿Qué hago con la carta?
La tome entre mis manos y busque entre mis pensamientos cual sería la respuesta más acertada o adecuada ante la tentación de quererla abrir, pero aunque la tentación se apoderaba de mi con cada segundo que transcurría, la hambre me ganó y tuve que ceder ante el hambre. Guarde la carta en el bolso junto al libro y saque la brújula para ver si apuntaba a un lugar dónde pudiera comer, pero seguía apuntando al norte así que se me ocurrió acercarla a mis labios y decirle con un pequeño susurro:
- Por favor guíame a un lugar dónde pueda comer.
Cuando la separe de mis labios pude observar como cambio de dirección y apuntó hacia el oeste, me levante y comencé a avanzar hacia esa dirección con la brújula entre mis dedos para no llegar a equivocarme de dirección. Después de unos minutos ya había dejado el bosque atrás o al menos a el tronco, con cada paso que daba había algo que no me dejaba tranquila, entre mis pensamientos rondaban dos preguntas muy importantes y a la vez muy grandes.
1. ¿Qué es lo que habrá escrito en la carta?
2. ¿ Estará muy lejos el lugar dónde pueda comer, porque en serio tengo... ¡¡Hambre!!
Seguí caminando durante varios minutos, pero por más y más que avanzaba no lograba encontrar con la mirada el fin del bosque ni lograba encontrar cerca un pueblo o villa en la que pudiera comer y pudiera descansar un poco. Me comencé a aburrir de caminar por lo que me puse a hablar sola aunque sea por unos minutos.
-Ay que fea situación, tengo hambre, pero me encuentro caminando hacia afuera de un bosque que probablemente me va a dar otra pista acerca de mi, pero lo más terrible es que tengo muchas preguntas y aún así siento (crujido del estómago) que tengo ¡¡Hambre!!!
Después de caminar por lo que parecieron ser los más eternos y largos 20 minutos, logré salir del bosque y comenzar a dejarlo atrás de mí. Seguí caminando por un rato más sin darme cuenta de que estaba empezando a ocultarse el sol, me detuve justo al inicio de un sendero porque alcance a ver un hermoso paisaje, avance un poco más porque a unos cuantos pasos se encontraba un puente.
Me detuve justo a la mitad de aquel frío puente lleno de rocas, logré encontrar un buen lugar en donde recargue en la orilla de las rocas, el sol y el río para poder apreciar del atardecer que estaba lleno de colores tan bellos, de alegres sinfonías y sensaciones que llenaban de luz cada parte de mi, después de unos segundos de verlo... sentí en el fondo de mí corazón que no tenía porque preocuparme por lo que estaba pasando, que todo iba a salir bien y encontraría todas las respuestas.
Con cada segundo en que el sol se despedía podía sentir como si el resto de las cosas no importaban en ese preciso momento, como si no hubiese otra cosa o paisaje más hermoso que pudiera superar este momento tan magnifico que se convertía más especial con cada minuto, aunque fuera tan solo por unos instantes tuve una sensación de una gran tranquilidad y serenidad, fue realmente maravilloso el atardecer y lleno de magia a su manera. Cuando la noche comenzo a asomarse con ayuda de las estrellas, sentí que alguien estaba a mi lado susurrándome al oído, pero era una voz dulce y tranquila, era totalmente diferente a la luz.
-Es hermoso ¿verdad?
-Sí que lo es...¡Ah!
- Lo siento mucho, no quería asustarte. Me sorprendió mucho que alguien se tomará el tiempo para admirar el atardecer, solo he visto a una persona que ha hecho eso.
Al verla me impacto mucho el color de sus ojos porque eran de un color morado o lila, tenía una ropa muy diferente a la mía, llevaba puesto un vestido de color rojo y liso que le llegaba hasta los pies, con un pequeño listón que colgaba desde su cintura, llevaba su cabello lacio de color marrón sujetado con un listón blanco, su cabello era realmente largo, pero era del tamaño perfecto para que se asomara de su hombro derecho, en su rostro parecía no tener un solo rastro de maldad solo de alegría y nobleza, baje un poco la mirada y alcance a ver que sus manos estaban cubiertos con unos guantes de color rojo que combinaban a la perfección con el vestido, se encontraba sujetando una canasta de color café claro llena de comida. Después de unos segundos de apreciar que llevaba comida, regrese a ver sus ojos y pude responderle.
- Tranquila, no te preocupes, sólo que me sentí conmovida por los colores.
- Claro, lo entiendo, no hay nada mejor que ver un atardecer. Por cierto me llamo Sam.
- Un placer, me llamo...Sakura.
Me pareció extraño pero por unos segundos su mirada cambio ligeramente, pero no logré descifrar lo que quería decir.
-¿Todo bien?
- Sí claro. Ya que te asusté, ¿Te gustaría acompañarme a cenar?
Al escuchar esas palabras mi estomago no pudo evitar crujir lo suficientemente fuerte para que Sam se diera cuenta del hambre que existía en mi.
- Por lo visto tienes hambre, ¿Cierto?
-Sí, no he comido desde hace horas. Perdona que te cause molestias, pero me encantaría acompañarte a...cenar.
- No te preocupes. Venga, vamos.
Me guío por el sendero hasta que llegamos a un pequeño pueblo, adornado de pequeñas casas elegantes llenas de vida y tranquilidad, no estoy segura de cuntas casas pasamos antes de llegar a una fuente de piedra iluminada con dulces luces,en lo que parecía ser el centro del pueblo, al rededor de ella comenzaban a aparecer más luces que le hacían una linda compañia a la fuente y al pueblo, caminamos un poco más y por fin llegamos a su casa. Era pequeña, con un marco en la ventana de color beige, la puerta era totalmente de madera y con una manija dorada.
- Ven pasa.
Entre a su casa, pero parecía ser más grande que lo que se veía por el exterior. Todos sus muebles parecían ser antiguos, incluso las lamparas tenían un toque especial antiguo, cada detalle que se encontraba ahí parecía unico y hermosas piezas de arte hechas con madera roja o de un color café sumamente acogedor y calido. Al llegar a la cocina vi que Sam estaba empezando a desempacar con delicadeza lo que se encontraba en su canasta
-Sakura ¿Cierto?
-Sí.
- ¿Podrías ayudarme un poco?
No dude en responderle que sí y comenzamos a deslizarnos por la cocina para crear una bella obra de arte que cesaría nuestra hambre.
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