Cap 5. Dulce invierno

Al amanecer no pude evitar despertarme temprano, así que tome una chamarra de color verde pistache, un gorro que tenía un degradado que iniciaba con blanco y terminaba en azul, y por último tome unas botas para nieve de color negro que se encontraban en la parte de abajo del closet, afortunadamente me quedaba todo bien. Intente pasar desapercibida por la casa, evitando hacer ruido para no despertar a la luz ni a Sam.

Logré bajar las escaleras con un poco de dificultad porque 3 escalones rechinaron en cuanto los pise, después pase por la sala con mucho cuidado y al fin me encontré frente a la puerta, pero cuando empecé a abrirla se escuchó un rechinido muy fuerte, afortunadamente se detuvo justo a tiempo y no despertó a nadie, después de unos segundos en silencio logre abrirla con éxito.

Al abrirla me sentí tan feliz y maravillada al ver el paisaje pintado de color blanco, muchos de los árboles estaban pintados con escarcha, otros tenían gotas congeladas colgando de sus ramas y otros estaban completamente escarchados. Mientras más avanzaba por el pueblo no pude evitar sorprenderme mucho al saber que en la noche no había ningún rastro de que comenzara a nevar, entonces ¿Cómo fue que toda esta nieve apareció de la nada?

Pero al ver las maravillas que se encontraban en los árboles me sentí en la necesidad de salir a explorar y ver como se encontraban el resto. Por suerte alrededor de donde vive Sam se encuentra un gran bosque del que provine.

Al empezar a aventurarme por el bosque, me sentí por un momento totalmente libre y tranquila sin la necesidad de saber más acerca de mi pasado, pero entre la pequeña batalla que tenían mis pensamientos y mi corazón llegó un momento en el que tuve la sensación de que me encontraba completamente sola. De repente empecé a hundirme tanto en mis pensamientos y preocupaciones que sin darme cuenta llegue a un lugar muy tranquilo y sereno, que hicieron que olvidara todas mis preocupaciones internas.

Llegué a un lago que, por suerte, aun no se encontraba congelado. Podía ver cómo las montañas se pintaban de blanco y como los primeros rayos de un nuevo día se asomaban entre ellas. Con cada nuevo rayo que aparecía hacía que todo estuviera lleno de hermosos colores de tranquilidad, así que busque un buen lugar entre la nieve dónde me pudiera sentar y poder observar ese magnífico paisaje invernal. Por buena fortuna encontré un buen lugar justo a los pies del río al lado de una roca que estaba ligeramente más pequeña que yo , me subí a ella y me quede ahí por unos minutos en total silencio para observar como nacía un nuevo día.


A unos metros de ella se encontraba la luz escondida entre los árboles para que no se diera cuenta de que la estaba siguiendo, al verla tan tranquila empezó a divagar en sus pensamientos y dijo con mucho cuidado para que no la escuchara.

- Te ves tan hermosa ahí, tan tranquila, como me encantaría tanto poder compartir ese momento contigo, pero no quiero arruinarlo además... si ojalá pudiera verte... él .... Así, simplemente... lo harías tan feliz.

En esas últimas palabras casi se le salió una lágrima camuflada de un pequeño destello.

- No tiene caso ponerse sentimental, al final... yo solo soy una luz y tu...tú eres humana y no puedo decirte nada porque me hiciste hacer una promesa, pero no importa te cuidaré lo mejor que pueda, ya que se lo prometí, te cuidare...hasta que ese momento llegué.

En ocasiones me sorprendes mucho, no puedo creer que ayer alcanzaste a recordar la luna. Solo espero que no lo recuerdes todo tan pronto porque aún te faltan muchas páginas que encontrar, recuerdos que hallar y muchas personas que conocer que te pueden ayudar y sobre todo debes encontrarlo. Pero basta de sentimentalismo por hoy, por favor, ten cuidado en tu viaje.


-¿Luz estás aquí cierto?

- Llegué hace poco.

- Lo supuse, ¿No crees que es hermoso?

- Sí, pero se puede saber... ¿Por qué saliste en pijama?

- ¿Pi...pijama?

Voltee a ver mi pantalón y en efecto se me había olvidado cambiarme de pantalón, creo que se me olvidó ese detalle tan grande, por lo que levante mi mirada y comencé a reírme.

- ¡Rayos! Será mejor que regresemos antes de que alguien despierte en el pueblo y me vea así.

Baje lo más rápido que pude de la roca, sacudí mi pijama y me puse en marcha para regresar a la casa de Sam, solo que no recordaba con exactitud el camino de regreso. Intente buscar entre mis pensamientos el camino, pero no tenía éxito.

- Jajaja ¿No te acuerdas del camino?

- No, no te burles ¿Acaso tú sí?

- Claro, sígueme.

Comencé a seguirlo por el bosque, con cada paso que dábamos no pude evitar apreciar cada instante del frío invierno. Todo, desde los árboles hasta el pasto estaba totalmente rodeado de un color cálido y lleno de paz, que con cada paso que daba me atrapaba con su delicadeza y dulce sonido de silencio, sin duda la escarcha blanca que pintaba el bosque era hermosa con los rayos del sol y con la calidez de los vientos que llegaban desde el norte se creaba una sinfonia muy hermosa.

Con cada paso que dabamos comenzamos a dejar atrás a ese bello paisaje y poco a poco fuimos llegando a la villa, donde comenzaba a reinar el ruido de las risas de los niños sorprendidos y jugando con la nieve, de los señores que comenzaban a darse abrazos llenos de felicidad y gloria por ver una nevada más y de las señoritas que se abrazaban y susurraban pequeñas frases de alegría a los oídos.

Cuando llegamos lo suficiente cerca al pueblo, me oculte en un pequeño callejón que se encontraba entre las casas y pude darme cuenta que ya todo en él estaba despierto, ya no podía ocultar mi piyama con estrellas. Pero al desviar la mirada cerca de la fuente pude observar que muchos niños estaban vestidos con sus piyamas de colores azules, violetas, verdes y amarillos, eso me hizo sentir más tranquila porque no era la única que aún vestía en pijama.

- Me despido de ti por ahora Sakura.

- Esta bien, gracias por la ayuda Luz.

Justo cuando termine de pronunciar su nombre desapareció, así que me arme de valor para salir del callejón, cruzar por el pueblo y llegar a la casa de Sam. En el camino me encontré un par de monedas, busque a los alrededores para ver si se le había caído a alguien, pero no había alguna señal de que fuera así. Los recogí y me dirigí a una casa que desprendía aromas tan deliciosos, me asome por la ventana y toda la habitación estaba adornada con pan.

Decidí tomar con fuerza las monedas y entrar a comprar unas cuantas piezas de pan con el dinero que había encontrado, pero únicamente me alcanzaron para cuatro piezas. Dos de ellas estaban completamente cubiertas de chocolate mientras que las otras dos eran panes totalmente curiosos, parecían pequeñas pirámides adornadas con una escarcha.

Cuando estaba por pagar por el pan, me encontre con un joven de tez muy delicada, su cara estaba adornada con pequeños rizos de color dorado y sus ojos eran muy verdes que parecía que me podía quedar hundida entre sus bellos ojos, además era delgado y parecía ser muy divertido porque de sus labios salía una encantadora sonrisa llena de vida. Sin darme cuenta ya había terminado de guardar el pan en una pequeña caja de bolsillo.

- Aquí tienes.

-Muchas gracias.

- ¿Eres Sakura?

-¿Me conoces?, perdón ¿nos conocemos?

- No exactamente, hace rato vino Sam y pregunto por ti. Parecía estar muy preocupada y me pidió que si te veía te diera esto.

Bajo sus manos y comenzó a buscar debajo del mostrador, después de unos minutos saco una caja de color café adornada con detalles blancos. La colocó justo en frente de mí, en cuanto la abrió se desprendió un aroma tan delicioso que parecía ser una combinación entre canela y fresas. Al ver lo que contenían no pude resistir mucho tiempo la hambre, tanto que sonó mi panza.

- ¿Qué son?, se ven deliciosos.

-Son nuestra especialidad de invierno, se llaman dulce invierno. Ten.

- ¿Toda la caja?

- Sí, por cierto ¿Te gustaría dar un paseo por el pueblo para que lo conozcas mejor y no te pierdas de nuevo?

Rayos, que debería contestar. No estoy segura si sea lo correcto, pero creo que lo mejor sería que Sam me diera el paseo porque estoy con ella. Por suerte pocos minutos después la panadería ya estaba comenzando a esrtar llena de clientes, eso me salvo de darle una respuesta en ese momento.

-Creo que después te daré la respuesta, porque ya hay muchas personas aquí.

-Claro, piénsalo.

Tome las dos cajas entre mis brazos y seguí con mi camino hacia la casa de Sam. En cuanto llegue me di cuenta que estaba en un gran problema, no solo por lo que me había dicho ese chico, también porque no sabía cómo abrir la puerta si tenía las manos llenas con las cajas. Tuve que ingeniármelas para poder abrir la puerta, pero debo de admitir que fue más difícil que haber trepado el árbol.

Al entrar pude ver como los rayos llegaban hasta la sala, hacían ver todo muy colorido, de pronto mis ojos se cruzaron con la mirada preocupada de Sam, que se encontraba en la cocina terminando de preparar un desayuno, que por cierto olía delicioso. Dejó todo lo que estaba haciendo en esos momentos para ir corriendo a mi encuentro, me abrazo tan fuerte que casi se aplastaban las cajas, cuando por fin se separó de mí pude notar como sus ojos se comenzaban a llenar de lágrimas estropeando así su dulce sonrisa.

-¡Sakura! ¿Dónde fuiste?

Antes de contestarle avance a la cocina, deje en la mesa las cajas y no pude evitar tomar con una cuchara lo que estaba preparando. Después de que pude terminar el bocado, reuní toda mi fuerza de voluntad para no probar otro bocado y poderle contestar a Sam.

- Lo siento Sam, fui a explorar un poco el bosque.

-¿Te fuiste en pijama?

- Sí- No pude vitar sonreír en cuanto conteste- Parece ser que sí.

Sus lágrimas comenzaron a borrarse entre sus ojos y nos comenzamos a reír de lo que había pasado. Después de eso me invito a desayunar, pero tuve que decirle que necesitaba cambiar mi pijama por algo mejor para comenzar el día. Subí por las escaleras y entre a mi cuarto, pero justo a los pies de la cama se encontraba la luz viéndome con unos ojos muy serios.

-¿En serio vas a pensar lo que te dijo ese chico?

-¿Cómo rayos es que lo sabes...si no estabas ahí? ¿Me estás siguiendo siempre?

-Claro que no niña, solo me tope por casualidad en ese momento...así que ....¿vas a aceptar su invitación?

- Tal vez acepte, no creo que pase algo malo.

- Si tu lo dices.

-Luz, no lo digas como si fuera algo malo. Solo me va a enseñar el pueblo, además a veces te vas y me dejas sola. ¿Luz? ¡Ya vez te fuiste de nuevo!

Abrí el closet e intente buscar algo que pudiera utilizar durante el día, pero por desgracia no pude encontrar un pantalón. Así que escogí la falda de color amarillo con bordes blancos, por suerte era una de las pocas faldas que no tenía tanto volumen, por último escogí una blusa de color blanco y decidí volver a ponerme las mismas botas. Me mire al espejo de los píes a la cabeza y por más que observaba me daba cuenta que era perfecto ese conjunto, pero me hacía falta un suéter porque hacía mucho frío. Escogí una chamarra de mezclilla y baje por las escaleras con mucho cuidado.

- Listo, ya regrese Sam.

-Bien, vamos a comer.

Nos sentamos en una mesa pequeña hecha de madera que se encontraba justo a un lado de un gran vental, empezamos a almorzar los panes y el pequeño desayuno elaborados con huevo y tocino que había preparado Sam para las dos. Cuando terminamos de comer Sam se levantó muy rápido, levanto sus cosas y se despidió de mi, solo me dijo que tenía que ir a la tienda de costura porque trabaja ahí, pero se disculpo conmigo porque tenía que dejarme sola y no podía mostrarme el pueblo como se debía, tomó su bolso rojo y una mudanza de color crema con un bordado rojo al final de cada extremo que combinaba perfectamente con sus guantes de color crema y bordes rojos y su vestido café claro, combinado con el color crema. Después de que salió de la casa recogí las cosas que faltaban en la mesa, limpie lo más que pude la cocina y algunos muebles que estaban cubiertos de polvo. Cuando termine subí a la habitación y tome de la cama la chamarra que había usado antes, tome la carta y la brújula para que no me volviera a perder, baje con cuidado y salí de nuevo en busca del lugar que había encontrado en la mañana porque me parecía un perfecto lugar para leer la carta.


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